Como ya mencioné en la primera entrada dedicada a la Revolución Científica, hubo dos factores que influyeron en el desarrollo de la Historia Natural. Por un lado, con el Humanismo y el Renacimiento se recuperaron obras clásicas sobre esta materia, como De historia plantarum de Teofrasto (371-283 a.C.) o Naturalis historia de Plinio el Viejo (23-79 d.C.), y se profundizó en el estudio de la naturaleza, sentando las bases del método científico. Por otro lado, el contacto con los ecosistemas y culturas de África y América despertó el interés por la Geografía, la Zoología, la Botánica y las costumbres de los habitantes de estos lugares, desconocidos hasta entonces por los europeos. Por ejemplo, en 1570, el rey Felipe II nombró al doctor Francisco Hernández “protomédico general de todas las Indias, islas y tierra firme del mar océano”. Con este título, partió a Nueva España (actual México) con el encargo de estudiar la flora autóctona y, más concretamente, sus usos medicinales. Fruto de esta investigación publicó la obra Quatro libros de la naturaleza y virtudes de las plantas y animales que están receuidos en el uso de la medicina en la Nueva España.
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