Los escritos personales: la autobiografía

A finales de los años 70 del siglo XX se renovó, partiendo de las aportaciones realizadas en los campos de la Antropología y de la Psicología, el interés por el papel del individuo en la historia. El “retorno al sujeto” implicaba considerar que los hombres y las mujeres, a través de sus experiencias, motivaciones y dinámicas, eran los actores efectivos de los cambios históricos. Esto no significaba rechazar lo estructural para analizar exclusivamente lo individual. Gracias al apoyo en las disciplinas anteriormente señaladas, se abandonó la noción cartesiana del sujeto aislado e independiente, para partir de la idea de que la formación del yo es fruto de las relaciones con otros individuos y de la interacción con el medio. Dicha concepción conlleva, por tanto, poner en relación las estructuras globales y la praxis de los sujetos.

Esta reducción de la escala de análisis ha suscitado asimismo interés por los escritos personales o egodocumentos, definidos por Jacques Presser como textos “en el que un autor(a) escribe sobre sus propios actos, pensamientos y sentimientos”[1]. Dentro de esta categoría se incluyen desde epistolarios hasta crónicas, pasando por diarios, autobiografías, libros de familia, dietarios, testamentos, currículos u hojas de servicio. Este tipo de escritos eran conocidos y se empleaban como fuentes documentales, aunque hasta hace escasas décadas creaban recelo entre los investigadores por su carácter subjetivo y personal. Si bien, en los últimos años no solo ha aumentado su estudio, sino que, de manera más reciente, también se ha extendido el análisis de estos escritos como objetos de investigación propiamente dichos.

Entre toda la variedad de egodocumentos señalados, en esta ocasión vamos a centrarnos en los escritos autobiográficos. Para ello, vamos a partir de la definición ya clásica de Philipe Lejeune[2], que la concibe como

una narración retrospectiva en prosa, escrita por una persona real sobre su propia existencia, concentrándose en su vida individual y particularmente en la historia de su personalidad[3].

Pero esta definición necesita ser matizada, puesto que Lejeune realiza una “aproximación tipológica”[4] a la autobiografía. Según su criterio, el género autobiográfico surgió en el siglo XVIII, centuria en la que triunfa la mentalidad individualista burguesa, con las Confesiones de Rousseau (1760). Un relato de carácter introspectivo e intimista, en el que el objetivo del autor es la exaltación del yo. De este modo, esta definición presenta límites temáticos y cronológicos, al reducir la autobiografía a los escritos sobre la vida individual y privada producidos a partir del Setecientos.

Como consecuencia, tanto desde el ámbito de los estudios literarios como de la Historia se ha insistido en la importancia de reconocer que existen diferentes modelos autobiográficos en función del contexto histórico y cultural de los autores. A este respecto, José María Pozuelo Yvancos, teórico y crítico literario, indica que “la mayor parte de los problemas que aquejan al estatuto del género autobiográfico derivan de un error de óptica: el que adviene cuando se pretende reglamentar un género en términos abstractos o teóricos, sin advertir que todas las cuestiones de género implican horizontes normativos de naturaleza histórica y cultural”[5]. Y, en la misma línea, el historiador Francisco Sánchez Blanco destaca que es preciso “hacer un planteamiento consistente en demostrar que cada época posee unas limitadas posibilidades culturales y sociales para que un individuo pueda comprenderse como tal y autopresentarse, o hablar públicamente de sí mismo… (…) antes de hacer una definición restrictiva del género”[6].

Así, podemos concluir que la autobiografía es un relato retrospectivo, en el que el autor trata diferentes aspectos de su vida. La forma de abordar y exponer dichas experiencias dependerá, no obstante, de la manera de entender la autorrepresentación en el contexto histórico en el que se inscriba[7].

 

[1] Traducción propia del inglés, Rudolf Dekker, “Jacques Presser’s Heritage: Egodocuments in the Study of History”, Memoria y Civilización, 5, 2002, pp. 13-37, p. 14.

[2] Sus obras más importantes sobre la autobiografía son L’Autobiographie en France, Armand Colin, París, 1971 y Le Pacte autobiographique, Seuil, París, 1975.

[3] Citado por James Amelang en “La autobiografía moderna. Entre la Historia y la Literatura”, Chronica Nova, 32, 2006, pp. 143-157, pp. 145-146.

[4] Cfr. Robert Elbaz, The Changing Nature of the Self. A Critical Study of the Autobiographic Discourse, Croom Helm, Londres, 1988, pp. 1-3.

[5] De la autobiografía: teoría y estilos, Crítica, Barcelona, 2005, p. 21.

[6] “El marco institucional del discurso sobre sí mismo: autobiografías del Renacimiento”, en Hans J. Niederehe (ed.), Schwerpunkt Siglo de Oro. Akten des deutschen Hispanistentages Wolfenbütte, 28.2 – 1.3.1985, Buske, Hamburgo, 1986, pp. 129-147, pp. 129-130.

[7] En este sentido, hay investigadores que establecen una clasificación interna de las diferentes experiencias que puede tener una persona a lo largo de su vida. Es el caso de las autobiografías espirituales, intelectuales, de infancia, familiares, profesionales o justificativas. Para más información véase Fernando Durán López, Catálogo comentado de la autobiografía española (siglos XVIII y XIX), Ollero y Ramos, Madrid, 1997, pp. 27-35.

 

Bibliografía

Fernando Durán López, Catálogo comentado de la autobiografía española (siglos XVIII y XIX), Ollero y Ramos, Madrid, 1997.

Francisco Sánchez Blanco, “El marco institucional del discurso sobre sí mismo: autobiografías del Renacimiento”, en Hans J. Niederehe (ed.), Schwerpunkt Siglo de Oro. Akten des deutschen Hispanistentages Wolfenbütte, 28.2 – 1.3.1985, Buske, Hamburgo, 1986, pp. 129-147.

James Amelang, “La autobiografía moderna. Entre la Historia y la Literatura”, Chronica Nova, 32, 2006, pp. 143-157, pp. 145-146.

José María Pozuelo Yvancos, De la autobiografía: teoría y estilos, Crítica, Barcelona, 2005.

Michael Mascuch, Rudolf Dekker y Arianne Baggerman, “Egodocuments and History: a Short Account of the Longue Durée”, The Historian, 78, 2016, pp. 11-56.

Oscar Jané y Patrice Poujade (dirs.), Memòria personal. Construcció i projecció en primera persona a l’época moderna, Casa de Velázquez, Madrid, 2015.

Robert Elbaz, The Changing Nature of the Self. A Critical Study of the Autobiographic Discourse, Croom Helm, Londres, 1988.

Rudolf Dekker, “Jacques Presser’s Heritage: Egodocuments in the Study of History”, Memoria y Civilización, 5, 2002, pp. 13-37.

Sabina Loriga, “The Role of the Individual in History. Biographical and Historical Writing in the Nineteenth and the Tweentieth Century”, en Hans Renders y Binne de Haan (eds.), Theoretical Discussions of Biography: Approaches from History, Microhistory, and Life Writing, Brill, Londres, 2014, pp. 75-93.

Wenceslao J. González, “El problema del objeto de la ciencia de la Historia y la teoría de la acción”, en Acción e Historia. El objeto de la historia y la teoría de la acción, Universidad Da Coruña, La Coruña, 1996, pp. 7-22.

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